El presidente del Barça, Joan Laporta, fue citado ante el tribunal tras conocerse la sentencia definitiva en el caso de soborno al árbitro Negreira.

El club catalán está envuelto en un escándalo de sobornos que involucra al ex árbitro de La Liga José María Enríquez Negreira, quien anteriormente negó favorecer al equipo del Camp Nou en las decisiones tomadas por los árbitros.

El Barça está acusado de presunto soborno con pagos por valor de más de 7 millones de euros (6 millones de libras esterlinas) realizados a empresas vinculadas a Negreira, pero Joan Laporta ha negado rotundamente cualquier irregularidad acusada anteriormente.

Sin embargo, recientemente, según la agencia de noticias española EFE, Joan Laporta fue condenado por un tribunal en España, con dos periodos concretos de 2003 a 2010 y de 2011 a 2018.

“Se demostró que los pagos se realizaron en un período de aproximadamente 18 años y que cada año fueron aumentando”, dijo el juez Joaquín Aguirre. “Pruebamos que Enríquez Negreira dejó de recibir remuneración del Barcelona después de que dimitiera como vicepresidente del CTA en 2018”.

Joan Laporta fue acusado de aceptar sobornos de árbitros. Foto: El Atlético.
“Además, el investigado Enríquez Negreira envió un burofax (comunicación empresarial) a Barcelona refiriéndose a la difusión de posibles infracciones de las que tenía conocimiento y que afectaban gravemente a la empresa árbitro”.

Y añadió: “Por una inferencia razonable de la evidencia, los pagos realizados por el Barcelona satisficieron los intereses del club en términos de duración e incremento anual. De aquí se puede creer que el pago creó el “efecto árbitro” que el Barça quería, como ya que ciertamente hubo desigualdad en el trato a otros equipos y el resultado fue una corrupción sistémica en todo el árbitro. Árbitros españoles, eso no significa que todos los árbitros sean corruptos, sino un grupo específico”.

Por lo tanto, una vez verificadas las acusaciones pertinentes, si el tribunal condena al Barça por corrupción, el castigo será sin duda extremadamente severo: los culés ya no deben poder quedarse quietos antes de que la situación esté al rojo vivo.